Pax by Sara Pennypacker

Pax by Sara Pennypacker

autor:Sara Pennypacker [Sara Pennypacker]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Infantil, Juvenil
ISBN: 9788416588237
editor: Penguin Random House Grupo Editorial España
publicado: 2016-10-20T05:00:00+00:00


—Ya es suficiente.

Estas palabras, unidas a la mano que Vola posaba sobre su hombro, fueron un gran alivio para Peter. Le palpitaba el pie, le dolían los hombros y las axilas le sangraban por lo irritadas que estaban. Dos días en el Campo de Entrenamiento Vola (el nombre secreto con el que había bautizado las sesiones de tortura en las que escalaba la colina con las muletas, se arrastraba sobre los codos por terrenos pedregosos y lanzaba balas de paja manteniendo el equilibrio sobre un único pie) lo habían agotado. Dio media vuelta para poner rumbo a la cabaña, y por un momento pensó que sería incapaz de llegar.

Pero por encima del tejado, las montañas quedaban veladas por unos nubarrones negros. Estaba cayendo la noche. Pensó en Pax, mojado y frío.

—Podría continuar.

—No. Si te pasas de la raya puedes fastidiar todo lo que has conseguido.

Peter asintió y dio un paso hacia la cabaña.

Pero Vola sacudió la cabeza.

—Todavía no. —Señaló el granero—. La tercera condición.

El granero parecía demasiado lejos. Peter volvió a mirar la cabaña. Lo que quería era tumbarse en la hamaca. Plantó las puntas de las muletas de un modo deliberadamente teatral.

—¿Cuál es?

—Nada del otro mundo. Se trata de manejar unos títeres. Marionetas. ¿Te parece demasiado difícil?

—¿Marionetas? No lo entiendo.

—¿Sabes lo que son?

—Claro que sí. —Pensó en las únicas que había visto de cerca: unos muñecos con sus largas barbillas y narices aguileñas, en una feria al aire libre a la que había asistido de pequeño. Esqueléticos y con los ojos mortecinos como ratas hambrientas. El titiritero los agitaba por el escenario con unos movimientos espasmódicos que le habían provocado unas pesadillas que habían durado semanas—. ¿Qué tienen que ver con usted?

Vola lo miró un instante antes de responder:

—Otro pedazo de mí misma que pude recuperar: recordé que había fabricado unas marionetas para mis sobrinas pequeñas cuando era adolescente. Recordé cómo me gustaba tallar la madera.

Sacó dos pañuelos del mono de trabajo y se los entregó con un suspiro.

—Envuelve las empuñaduras de las muletas. Carga el peso en las palmas de las manos, chico. Repártelo por los brazos, aunque estés parado.

La amabilidad inesperada de Vola sorprendió a Peter. Normalmente le ladraba para que hiciera una docena de flexiones, o lo amenazaba con los dedos extendidos, advirtiéndole que no se acercara demasiado a ella. Así se sentía cómodo. Como en casa. Pero al cabo de un instante le untaba con sus ungüentos los hombros doloridos, o le lijaba las astillas de las muletas, o abandonaba sus tareas para prepararle una taza de chocolate caliente, y él se daba cuenta de lo mucho que se estaba esforzando para conseguir que recuperara la fuerza y la movilidad, y entonces se sentía culpable.

Ahora, mientras enrollaba la tela suave alrededor de las empuñaduras de las muletas, se sentía culpable, de modo que prefirió decir lo que, según pensaba, ella querría oír.

—Sus sobrinas debían de estar muy contentas con unos regalos tan bonitos.

Aunque lo dudaba. Lo más probable era que aquellas sobrinas tiraran las marionetas esqueléticas y de ojos mortecinos a la basura la primera noche.



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